Zapatoca bajo fuego: la emergencia ambiental que no se puede apagar con discursos
En Zapatoca no hay estaciones, hay contrastes extremos: mientras Bucaramanga se inunda, el fuego consume sus bosques. Y lo más grave: seguimos sin políticas serias de prevención de incendios forestales.
Mientras el Área Metropolitana se ahogaba en lluvias, Zapatoca ardía. En la vereda Paramito, un incendio forestal de gran magnitud volvió a recordarnos que la crisis climática no distingue municipios ni horas. La respuesta institucional fue tardía, insuficiente y dependiente de voluntariados.
Durante varias horas del miércoles 23 de julio, las llamas avanzaron sin control entre cultivos de pino, vegetación altamente inflamable. A pesar de que el humo se elevaba como una señal de auxilio visible desde kilómetros, fue necesaria la intervención de cuerpos de bomberos de Floridablanca, San Vicente, Rionegro y Defensa Civil, además de los propios voluntarios de Zapatoca, para intentar contener la tragedia ambiental.
Pero más allá del fuego, lo que arde es la precariedad. “Los incendios forestales no son hechos aislados, son la consecuencia de años de abandono institucional, falta de prevención y desprotección ambiental”, dijo un socorrista, mientras recogía las herramientas con la esperanza de que la lluvia —la misma que inunda Bucaramanga— caiga sobre Zapatoca como un alivio tardío.
La vegetación, el viento y la falta de acceso dificultaron el trabajo. Hasta las 6:30 p.m. el fuego pudo ser controlado parcialmente, pero aún quedaban focos activos. Mientras tanto, los habitantes, entre el humo y la zozobra, miraban al cielo con la esperanza de que cayeran gotas, no cenizas.