Vanguardia, de centenario periódico a pasquín colegial: la indignación crece en Santander

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El periódico centenario Vanguardia atraviesa una crisis de credibilidad: bajo la dirección de Melissa García se convirtió en un pasquín de chismes que deshonra el legado de la familia Galvis. Empresarios y lectores expresan que Santander merece periodismo serio, no titulares banales.

Vanguardia, de centenario periódico a pasquín colegial: la indignación crece en Santander
Melissa García convirtió el periódico centenario en un pasquín de chismes
El periódico más importante de Santander, con más de cien años de historia a cuestas, atraviesa hoy un vergonzoso deterioro editorial que preocupa a empresarios, líderes de opinión y lectores serios de la región. Lo que alguna vez fue una casa periodística respetada, referente en el oriente colombiano, parece haberse convertido en una vitrina de secciones banales y formatos que desdicen por completo de su legado.

La reciente inclusión de apartados como “Arley se mete”“Lo Funaron” y “Párele Bolas”, que más se asemejan a la sección de chismes de un noticiero barato que a un medio de periodismo riguroso, ha encendido las alarmas sobre el rumbo que tomó Vanguardia bajo la dirección de Melissa García.

“Es inaudito. Uno abre el portal esperando información seria sobre la política, la economía o la justicia, y lo que encuentra son caricaturas del periodismo, titulares diseñados para el morbo y el chisme de pasillo”, aseguró un reconocido empresario local que pidió reserva de su nombre.

El legado de los Galvis en entredicho

La indignación no se limita a la clase dirigente. Lectores de a pie y profesionales que han confiado durante décadas en el periódico señalan que se está “pisoteando la memoria de la familia Galvis”, que levantó la marca con esfuerzo, disciplina y respeto a la verdad.

“Esto no es evolución, es degradación. Vanguardia no puede rebajarse al nivel de pasquín colegial solo por ganar clics o jugar a la farándula política. Santander merece un periodismo serio, no un circo de titulares frívolos”, dijo otro lector habitual.

Preocupación en la ciudad

La pregunta que ronda entre empresarios y académicos es la misma: ¿qué rumbo le espera al medio si se sigue privilegiando la banalidad sobre el análisis? Los críticos apuntan directamente a la gestión de Melissa García, a quien responsabilizan de “destruir en meses lo que tomó más de un siglo en consolidar”.

Hoy, más que nunca, se alza un clamor ciudadano para que se recupere la esencia de un periódico que fue sinónimo de seriedad, pluralismo y credibilidad, y que hoy, tristemente, parece haberse transformado en un simple escaparate de chismes.