Siguen los simios haciendo de las suyas: motociclistas son el 64 % de las muertes viales en Bucaramanga
El 64 % de las muertes viales en Bucaramanga involucra a motociclistas. Jóvenes imprudentes, piques ilegales y maniobras temerarias tienen convertidas las calles en un cementerio. La ciudad está mamada.
La estadística es brutal y confirma lo que la ciudadanía padece a diario: los motociclistas son los responsables y a la vez las principales víctimas de la tragedia vial que azota a Bucaramanga, Floridablanca, Girón y Piedecuesta. El 64 % de las muertes en las calles involucra motos, jóvenes que se creen dueños de las vías y terminan convertidos en cifras rojas.
Calles convertidas en pistas mortales
Desde la Calle 45 hacia Chimitá, pasando por la autopista Piedecuesta–Floridablanca, hasta el Anillo Vial y la Carrera 15, las vías del área metropolitana se han transformado en verdaderos cementerios. La combinación de imprudencia, exceso de velocidad, desobediencia a las señales de tránsito y un nulo respeto por la vida ajena ha convertido cada trayecto en un infierno urbano.
En lo que va de 2025, 47 motociclistas han muerto, entre ellos siete parrilleros, jóvenes entre los 17 y 22 años que jamás volvieron a sus casas. Pero detrás de cada cifra hay familias destruidas y comunidades que claman por orden.
Simios al volante: las 10 imprudencias más repetidas
El listado de infracciones habla por sí solo:
- Pasarse semáforos en rojo.
- Correr a velocidades desbordadas en zonas urbanas.
- Invadir carriles, incluso los de Metrolínea.
- Adelantamientos temerarios y giros sin señalizar.
- Carreras clandestinas y piques ilegales nocturnos.
- Zigzagueo constante en plena vía.
- Mototaxismo ilegal y peligroso.
- Manejo bajo efectos del alcohol.
- Parqueo indebido en aceras y espacios prohibidos.
- Circular en motos en mal estado, sin revisión ni control técnico.
Todo un catálogo de comportamientos que ponen en riesgo no solo a los mismos motociclistas, sino a peatones, ciclistas y demás conductores que se cruzan en su camino.
La ciudad está mamada
Mientras las familias lloran a sus muertos, las autoridades siguen con tímidas campañas pedagógicas que no detienen la masacre vial. En las noches, los corredores se llenan de motos rugiendo como manada de simios desbocados, saltándose la ley, los controles y la vida misma.
La verdad es clara: Bucaramanga y su área metropolitana no aguantan más este desorden. La permisividad con estos motociclistas imprudentes ha convertido la movilidad en un campo de batalla, donde los ciudadanos de bien son los rehenes de quienes creen que la vía es un circo para sus acrobacias.