Se repite la historia: el sindicalismo como freno para las empresas públicas en Barrancabermeja

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Una vez más, el sindicalismo se impone en Barrancabermeja, hipotecando los recursos públicos y debilitando la capacidad del Estado para responder a las verdaderas necesidades de la educación.

Se repite la historia: el sindicalismo como freno para las empresas públicas en Barrancabermeja
Tras ocho años de choques interminables, la Alcaldía de Barrancabermeja aprobó 32 de los 43 puntos exigidos por cinco sindicatos de maestros, en lo que fue presentado como un “triunfo” del magisterio. Pero lo cierto es que cada nuevo pliego firmado se convierte en una carga más para las arcas del Estado y un obstáculo para la eficiencia en la administración pública.

Los sindicatos ASEMM, Asindes, Astdemp, Asdidoc y SES lograron compromisos que van desde becas, subsidios de vivienda, permisos remunerados y proyectos de bienestar, hasta reconocimientos simbólicos pagados con recursos públicos. Todo a costa de un presupuesto que debería destinarse directamente a mejorar las condiciones de la educación y no a engordar beneficios gremiales.

El trasfondo es claro: el sindicalismo, en lugar de fortalecer a las instituciones, termina convirtiéndose en una maquinaria de presión que asfixia a las administraciones locales. Los pliegos de peticiones se transforman en un catálogo de prebendas que poco tienen que ver con la calidad de la enseñanza o con las necesidades de los estudiantes.

La Alcaldía, obligada a ceder ante la presión, asumió compromisos que significan más burocracia, más gastos y menos margen de maniobra para proyectos verdaderamente prioritarios. Entre tanto, Barrancabermeja sigue enfrentando problemas graves en infraestructura educativa, hacinamiento escolar y deficiencias en calidad académica que no se resuelven con este tipo de acuerdos.

La pregunta es inevitable: ¿hasta cuándo las empresas y entidades del Estado seguirán sometidas al chantaje sindical? Mientras no se rompa ese ciclo, los verdaderos perjudicados serán los ciudadanos, que ven cómo los recursos públicos se diluyen en beneficios gremiales en lugar de convertirse en soluciones reales para la comunidad.