¿Se irá o se seguirá aferrando al poder? Jaime Andrés Beltrán, contra las cuerdas tras la caída de su elección

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El Consejo de Estado le quitó el poder a Beltrán, pero Bucaramanga aún se pregunta: ¿será el final de su carrera política o el inicio de un intento desesperado por seguir vigente?

¿Se irá o se seguirá aferrando al poder? Jaime Andrés Beltrán, contra las cuerdas tras la caída de su elección

El Consejo de Estado le dio el golpe definitivo a Jaime Andrés Beltrán: dejó en firme la nulidad de su elección como alcalde de Bucaramanga por doble militancia. Aunque insiste en que no se trata de una destitución ni de un caso de corrupción, el telón político de su mandato cae en medio de la polémica, el desconcierto ciudadano y la gran pregunta: ¿será capaz de soltar el poder o intentará seguir gobernando desde las sombras?

La decisión judicial fue tajante: la elección que lo llevó a la Alcaldía en 2023, con más de 91 mil votos, queda borrada del mapa político. El fallo negó la aclaración que pedía Beltrán y ratificó que su permanencia en el cargo era ilegal. Bucaramanga se prepara para un interinato mientras se convocan elecciones atípicas, pero el ambiente es de incertidumbre y de tensión política.

En su discurso, Beltrán buscó blindar su imagen. Recalcó que no es un corrupto ni un destituido, sino una víctima de la rigurosidad de la norma de doble militancia. Habló de persecuciones, de sanciones desproporcionadas y hasta de vulneraciones al derecho ciudadano. En pocas palabras, intentó vender su salida como un revés jurídico, no como una derrota política.

Pero la ciudad no olvida que Beltrán construyó su carrera a punta de polémicas y discursos incendiarios. Hoy, su narrativa de “alcalde firme contra la delincuencia” se derrumba frente a la realidad de un fallo judicial que lo deja sin piso. Lo que para él es un “debate jurídico”, para Bucaramanga es la confirmación de un liderazgo que no logró trascender más allá del show mediático.

Las reacciones ciudadanas son encontradas. Sus seguidores apelan a la emotividad y recuerdan sus recorridos por los barrios, sus abrazos en los operativos y su retórica religiosa. Sus detractores, en cambio, celebran el fin de lo que llaman un gobierno improvisado, más dedicado a las cámaras que a resolver los problemas de fondo de la ciudad.

La historia no termina aquí. Con elecciones atípicas en el horizonte, la capital santandereana entra en una nueva etapa de disputa política. Mientras tanto, queda la incógnita: ¿aceptará Beltrán la derrota con dignidad o seguirá aferrado a la idea de que su mandato puede sobrevivir a pesar de la sentencia más alta de lo contencioso administrativo?