Rionegro clama justicia: velatón por niña asesinada y un pueblo marcado por la impunidad
La muerte de esta niña en Rionegro no es solo una tragedia familiar, es un recordatorio brutal de que la falta de control, prevención y presencia estatal sigue cobrando vidas inocentes en las zonas rurales de Santander.
Con camisetas blancas, velas encendidas y pancartas, la comunidad de la vereda El Bambú, en Rionegro, Santander, se unió para exigir justicia por el asesinato de una niña de 12 años. Un crimen atroz que ha dejado al descubierto la vulnerabilidad de las zonas rurales y la deuda del Estado con la protección de su gente.
La noche del 13 de agosto, las calles de El Bambú se llenaron de silencio y luz. Vecinos, familiares y amigos caminaron juntos en una velatón que fue tanto un acto de despedida como un grito de indignación. Las lágrimas, la rabia y las oraciones se mezclaron en un mismo mensaje: que el asesinato de la pequeña no quede impune.
El crimen ocurrió el sábado 9 de agosto, cuando la menor acompañaba a su padre y a un amigo a pescar. Según el relato de Carlos Alberto Gómez, padre de la niña, en el camino de regreso se encontraron con Nelson Rodríguez Anaya, quien, presuntamente bajo los efectos del alcohol, les advirtió que estaban en propiedad privada y exigió que se retiraran por el río.
Instantes después, mientras cruzaban, un primer disparo rompió el silencio de la noche. Luego vino el segundo, mortal. “Miro y la niña me cae al piso y me dice: ‘Papi, no puedo respirar’. Cuando la vi ya tenía un tiro en la garganta”, narró con la voz quebrada.
Un crimen que pudo evitarse
De acuerdo con la Fiscalía, Rodríguez Anaya salió armado con una escopeta, amenazó a las víctimas y disparó dos veces. La bala que impactó en el cuello de la menor le arrebató la vida antes de llegar al centro asistencial. El agresor fue capturado en flagrancia y enviado a prisión preventiva, imputado por homicidio agravado y porte ilegal de armas.
Pero para la comunidad, la detención no es suficiente. La velatón también fue una protesta contra un sistema que permite que armas circulen libremente y que las disputas privadas terminen en tragedias. Vecinos señalan que la presencia estatal en la zona es prácticamente nula, que no hay control sobre la tenencia de armas y que las advertencias sobre comportamientos violentos del señalado homicida nunca fueron atendidas.
Un llamado que trasciende el caso
“Aunque tus pasos se detuvieron, tu luz sigue viva en cada corazón que sueña con un mundo sin armas”, rezaba una pancarta en la marcha. La frase resume el sentir colectivo: este no es solo un caso aislado, es el reflejo de un abandono que expone a las comunidades a la violencia más absurda.
La participación de la Policía y la Alcaldía en la velatón fue vista por muchos como un gesto tardío. “Aquí todos aparecemos para la foto, pero nadie vino antes a prevenir esto”, murmuraba una vecina, sintetizando la frustración de un pueblo que siente que las instituciones actúan siempre después del daño.