Petro y Santander: las promesas que se quedaron en el aire

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A 11 meses de concluir el mandato de Petro, Santander acumula más discursos que obras. Las promesas de infraestructura, transporte y desarrollo se diluyen en retrasos, recortes y proyectos que nunca despegaron. El saldo es de un gobierno que, para la región, resultó más inservible que transformador.

Petro y Santander: las promesas que se quedaron en el aire
A un año de concluir el mandato de Gustavo Petro, Santander exhibe un panorama de promesas inconclusas, retrasos estructurales y anuncios que se diluyen entre la falta de ejecución y la escasa voluntad política. El Plan Plurianual de Inversiones (2023-2026), que debía ser la hoja de ruta del desarrollo regional, hoy es un catálogo de compromisos que el Gobierno ha incumplido sistemáticamente.

Un plan ambicioso… en el papel

El PND para Santander incluyó 37 iniciativas. Vanguardia revisó 11 de las más emblemáticas: desde un aeropuerto internacional de carga en el Magdalena Medio, hasta la recuperación de la navegabilidad del río Magdalena, pasando por la construcción de dobles calzadas y plantas de tratamiento de aguas. Sobre el papel, la inversión prometida superaba cifras históricas para la región. En la práctica, el avance es desigual: apenas un puñado de proyectos tienen obras visibles, mientras otros quedaron reducidos a estudios, licitaciones truncas o simples discursos.

Las pocas luces verdes

Entre los contados avances está la compra de 24.000 hectáreas en el Magdalena Medio para la reforma agraria; la construcción de la nueva sede de la UIS en Málaga; y el impulso a la Ruta del Cacao Bucaramanga–Barrancabermeja–Yondó, que supera el 98 % de ejecución y solo espera resolver el punto crítico del kilómetro 42 con un viaducto de $140.000 millones. También se destaca la adjudicación de la APP férrea La Dorada–Chiriguaná, con Barrancabermeja como centro de mantenimiento de maquinaria pesada.

Amarillo: lo que está a la espera

En el terreno de las dudas está la PTAR del río de Oro, vital para tratar las aguas residuales de Bucaramanga y Girón. El Ministerio de Vivienda debe dar su aval técnico para destrabar una inversión de $800.000 millones. La navegabilidad del río Magdalena, otra promesa estrella, avanza lentamente: estudios de encauzamiento, a cargo de la Universidad de Cartagena por $10.000 millones, acumulan retrasos y todavía no tienen asegurada la financiación para obras.

Rojo: las promesas rotas

La lista de fracasos es larga. La doble calzada Barbosa–Piedecuesta, anunciada en 2022, fue reemplazada por un convenio limitado a carriles de adelantamiento y mantenimiento con recaudo de peajes. La doble calzada Zipaquirá–Barbosa no existe en los planes actuales. El Aeropuerto Internacional de Carga del Magdalena Medio no ha pasado de ser una idea sin estudios ni recursos. El Parque Tecnológico de Aprovechamiento de Residuos para el área metropolitana de Bucaramanga tampoco cuenta con respaldo del Gobierno Nacional.

La Transversal del Carare sigue en pésimo estado y el Conpes para invertir $560.000 millones no ha visto la luz. Y la vía Curos–Málaga, pese a adiciones de $24.000 millones, seguirá sin pavimentación total: se requieren $875.000 millones adicionales.

Un balance incómodo

En medio de estos retrasos, el Gobierno Petro insiste en que “los proyectos siguen en curso”. Pero el tiempo se agota y Santander no puede darse el lujo de esperar otro cuatrienio para que se construya lo que ya fue prometido. La realidad es que la mayoría de obras estratégicas no pasarán del papel antes de agosto de 2026.

En la calle, la sensación es de decepción. Los anuncios que en 2023 se vendieron como el gran salto de desarrollo para Santander hoy son, en su mayoría, cifras en un documento oficial. Las comunidades siguen esperando puentes, dobles calzadas y soluciones ambientales que, a este paso, verán —si acaso— en otro gobierno.

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