Paro en la UIS Socorro: estudiantes vagos y malagradecidos que confunden derechos con caprichos

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En la UIS Socorro, los estudiantes se declaran en paro indefinido porque no les gusta estudiar en “condiciones precarias”. Otro show de jóvenes malagradecidos que confunden derechos con caprichos.

Paro en la UIS Socorro: estudiantes vagos y malagradecidos que confunden derechos con caprichos
Mientras miles de jóvenes en Colombia sueñan con tener acceso a la educación superior, en el Socorro un grupo de estudiantes de la UIS decidió declararse en paro indefinido. ¿La razón? Que no les gusta cómo son las clases, que los laboratorios no brillan como quisieran y que los trámites les parecen demasiado largos.

En otras palabras: quieren que les dicten clases en la sala de la casa, que les den frutilla en la boca y que, de paso, se les premie por no estudiar.

Los mismos de siempre: paro como deporte

Ya completan dos días de “cese de actividades académicas”, que en realidad no es más que excusa para cruzarse de brazos. Exigen “excelencia académica”, pero lo único que practican con excelencia es el paro cada semestre. En sus pancartas hablan de “precariedad”, pero lo cierto es que detrás del discurso de derechos hay un patrón conocido: menos estudio, más show.

Dicen que algunos profesores son irrespetuosos y que los espacios son indignos. Lo que no dicen es que gracias a los impuestos de todos los colombianos tienen una universidad pública funcionando, con programas acreditados, y que si realmente quisieran aprender, encontrarían más soluciones en los libros que en las pancartas.

Exigencias de salón de lujo

Entre sus exigencias está la creación de un Comité de Bienestar Regional, la destitución de docentes, mejoras en infraestructura y hasta la agilización de trámites para “salidas académicas de turismo”. Sí, turismo. A este paso van a pedir que les financien el viaje, que les sirvan cócteles y que les pongan una sombrilla en la playa.

La incoherencia de siempre

Lo que queda en evidencia es la hipocresía de quienes dicen defender la “calidad académica” a punta de interrumpir las clases, atrasar el calendario y perjudicar a los compañeros que sí quieren estudiar. Son los mismos que gritan contra la universidad, pero que al final se gradúan con un título que no hubieran obtenido sin la institución a la que hoy desprecian.

El silencio cómplice de la UIS

Hasta ahora, ni la sede Socorro ni el rector Hernán Porras han salido a dar una respuesta clara. Pero la pregunta es más profunda: ¿hasta cuándo se seguirá tolerando que unos cuantos estudiantes vagos y malagradecidos secuestren la universidad con sus caprichos?

Porque mientras ellos juegan a la revolución desde la comodidad de un paro indefinido, el país sigue necesitando profesionales de verdad, no agitadores de pancarta.