Otro escándalo de títulos falsos: Juliana Guerrero se queda sin diplomas. Caso Uis en Santander

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Juliana Guerrero pierde sus títulos universitarios por fraude académico, dejando al descubierto una red de falsos profesionales que, como Adriana Lizeth Vargas en Santander, se abren paso en el Estado sin méritos. Colombia, una vez más, premiando la rosca y castigando el mérito.

Otro escándalo de títulos falsos: Juliana Guerrero se queda sin diplomas. Caso Uis en Santander
La Fundación Universitaria San José anuló oficialmente los títulos de Juliana Guerrero tras comprobar que jamás cursó estudios ni asistió a clases. La decisión, tomada este 7 de noviembre por unanimidad del Consejo Directivo, destapa una red de favores y privilegios que, lamentablemente, no es un caso aislado en Colombia.

Guerrero, recordada por haber tenido contratos con la Unidad del Sistema de Información (USI) sin poder justificar plenamente su experiencia ni soportes académicos, se convierte ahora en el rostro de una vergüenza nacional: los falsos profesionales que logran acceder a cargos públicos gracias a conexiones políticas y no a méritos reales.

Según la investigación interna de la Fundación San José, no existe un solo registro académico, evaluación o matrícula activa que respalde los títulos de Tecnología en Gestión Contable y Contaduría Pública otorgados a Guerrero. A pesar de tener los diplomas en mano, su nombre no aparece en el Sistema Nacional de Información de la Educación Superior (Snies) ni en las bases del Icfes, que confirman que nunca presentó las pruebas Saber Pro ni Saber TyT.

La universidad denunció ante la Fiscalía y la Procuraduría a los funcionarios que habrían participado en esta falsificación académica, entre ellos Luis Carlos Gutiérrez Martínez, exsecretario general de la institución, señalado por presuntamente manipular registros internos para emitir documentos falsos. La Fiscalía General de la Nación abrió una investigación por fraude procesal, falsedad en documento y falsedad personal.

Pero este no es un caso aislado. En Santander, la historia se repite con nombres distintos y el mismo descaro. Tal es el caso de Adriana Lizeth Vargas Uribe, quien sin acreditar títulos universitarios ni experiencia comprobable ha pretendido ocupar cargos públicos y figurar como asesora en entidades estatales. La falta de filtros, la complicidad política y el uso de las instituciones como agencias de empleo para amigos y recomendados perpetúan un sistema de corrupción silenciosa que socava la meritocracia.

Estos casos ponen sobre la mesa una verdad incómoda: mientras profesionales formados con esfuerzo y sacrificio luchan por conseguir una oportunidad, personajes sin preparación ni ética escalan en el poder gracias a padrinos políticos y redes clientelares. Lo de Juliana Guerrero no es un error administrativo; es el reflejo de un país donde la trampa, el enchufe y el cinismo se normalizaron en la función pública.

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