Otra vez Beltrán: Feria Bonita bajo la sombra de un contrato millonario lleno de vacíos y decisiones cuestionadas
La Feria Bonita 2025 terminó siendo un retrato del caos de la administración Beltrán: contratos sin claridad, costos disparados y programas culturales desfinanciados. Bucaramanga no celebró una fiesta, asistió a un escándalo más.

La Feria Bonita 2025, que debía ser la vitrina cultural de Bucaramanga, terminó convertida en un nuevo escándalo que desnuda el desorden administrativo de la Alcaldía de Jaime Andrés Beltrán. Un contrato interadministrativo de más de 5.600 millones de pesos, adjudicado sin licitación y con graves vacíos en su justificación presupuestal, confirma que la cultura se maneja con improvisación, discrecionalidad y un desprecio absoluto por la transparencia.
El Instituto Municipal de Cultura y Turismo (IMCT), dirigido por Laura Patiño, firmó un contrato directo con Cenfer por 5.634 millones de pesos. Sin embargo, la propuesta solo detallaba el uso de 2.158 millones. El resto —un 60 % del presupuesto— quedó en un limbo de explicaciones vagas, bajo la figura de “monto agotable”, que en la práctica significa carta blanca para gastar sin claridad sobre en qué y cómo se usarán los recursos.
El argumento oficial fue que este modelo permite pagar “a medida que se requieran los servicios”. Pero el trasfondo es evidente: se firmó un convenio multimillonario sin desglose transparente de la mayoría del dinero, en un contexto donde la Feria Bonita ha triplicado sus costos en apenas dos años. De 3.236 millones en 2023 pasó a 4.472 millones en 2024, y en 2025 saltó a más de 5.600 millones. Una escalada que no se explica solo con “más eventos”, sino con la opacidad en la gestión y la improvisación política.
El caso más simbólico de este desorden fue el Gran Concierto. Originalmente programado en el estadio Américo Montanini —con aforo para 25.000 personas— terminó trasladado a la Plaza Cívica Luis Carlos Galán, con apenas 10.000 cupos. Pese a la drástica reducción de espacio y público, los costos de producción se mantuvieron intactos: 144 millones de pesos. La respuesta oficial fue que “el cambio de lugar no reducía los requerimientos técnicos”, pero las dudas sobre el manejo del dinero se multiplicaron.
El exconcejal Carlos Barajas lo dijo sin rodeos: “Los trámites no se hicieron a tiempo y el cambio de sede se resolvió sin ajustar los presupuestos. Además, este año no se apoyó a artistas locales, al mismo tiempo que la Alcaldía desfinanció programas clave como la Escuela Municipal de Artes”. Una decisión que desnuda la contradicción: mientras se derrochan recursos en contratos opacos, se asfixia a las instituciones de formación cultural que históricamente han beneficiado a miles de niños y jóvenes bumangueses.
La crisis política que atraviesa Beltrán agrava el escándalo. El alcalde sigue en el cargo pese a que su elección fue anulada por doble militancia, y se aferra a su puesto mientras la ciudad espera elecciones atípicas. En medio de esa coyuntura, su administración adjudica contratos millonarios sin licitación, con explicaciones débiles y con un trasfondo político evidente: consolidar su visibilidad a cualquier precio, incluso sacrificando la transparencia.
La Feria Bonita, que debía ser un motivo de orgullo, quedó marcada por la duda: ¿se trata de un evento cultural o de un instrumento político financiado con recursos públicos? Lo cierto es que el festival más importante de la ciudad se convirtió en el espejo de un gobierno que opera en el límite de la legalidad y que ha hecho del desorden administrativo su sello de gestión.