Obsesionado con Onsamo: Giovanny Leal hace política con las vías mientras el resto del departamento colapsa
Mientras los santandereanos claman por soluciones reales en las vías, el diputado Giovanny Leal se aferra a una agenda personal que raya en la obsesión. Sus desplantes en la Asamblea y su show mediático por la carretera de Onsamo dejan en evidencia que su prioridad no es el desarrollo regional.

El diputado Giovanny Leal ha puesto toda su agenda política en las obras de infraestructura, especialmente el corredor vial de Onsamo, mientras enfrenta cuestionamientos por supuesta inacción en otros temas cruciales, protagoniza enfrentamientos en la Asamblea y está vinculado a escándalos de compra de apartamentos junto al influyente contratista Carlos Ramón González.
Obsesión vial o cortina de humo
En la más reciente plenaria de la Asamblea de Santander, Leal fue protagonista de una estrategia política que terminó aplazando un debate de control político sobre millonarios proyectos viales en Vélez y Guanentá. La comunidad esperaba respuestas sobre obras que acumulan recursos por más de $144.000 millones con bajos avances físicos, sin embargo, Leal intercedió para desviar la atención hacia su obsesión: el corredor San Gil‑Onsamo.
Curioso, pues esa vía, a diferencia de otras en crisis, avanza con relativa normalidad en sector técnico, a pesar de las dificultades geográficas y climáticas —y con un contratista que mantiene actividad constante en terreno—, lo que desarma la narrativa de emergencia que Leal ha querido instalar . La pregunta es obvia: si él mismo ha reconocido los desafíos técnicos, ¿por qué insistir con la vía Onsamo mientras escatima atención a los proyectos realmente estancados?
De aliados políticos y escándalos inmobiliarios
Leal no está solo en su estrategia. Se le ha vinculado a personas como Carlos Ramón González, poderoso contratista que aparece en investigaciones por prácticas cuestionables en compra de apartamentos a precios simulados. González prestó dinero a campañas en Santander y su círculo —que incluye al diputado— maneja empresas que habrían favorecido a la familia en contratos e inversiones de alto valor.
Uno de los casos más notorios involucra la adquisición de un edificio en Bucaramanga por apenas $603 millones, cuando su valor real rondaría los 10.000 millones. Aunque la operación fue realizada por la esposa de González, su hermano Giovanni ejerció como representante legal, lo cual evidencia un conflicto de intereses y fácil acceso privilegiado al mercado inmobiliario.
¿Control político o protagonismo territorial?
El diputado Giovanny Leal ha convertido el control político en una tribuna personal. A pesar de presentarse como defensor de la vigilancia institucional, sus intervenciones recientes en la Asamblea de Santander reflejan más una estrategia territorial enfocada en su zona de influencia que un compromiso real con la transparencia departamental.

La cancelación de los debates descentralizados programados para las provincias de Vélez y Guanentá dejó sin voz a comunidades afectadas por retrasos e irregularidades en algunas obras. Sin embargo, el centro de atención de Leal no han sido esos proyectos críticos, sino su reiterada y obsesiva embestida contra el corredor vial Onsamo: una obra compleja en su ejecución por factores geográficos, pero que cuenta con vigilancia constante, recursos asegurados y avances demostrables.
En lugar de exigir respuestas integrales sobre los múltiples frentes viales del departamento, el diputado ha preferido instalar su narrativa en torno a un solo contrato, ignorando incluso los espacios institucionales en los que sí se requiere control urgente. La paradoja: exige rendición de cuentas mientras sabotea escenarios legítimos para ello.
A este panorama se suman las dudas sobre su cercanía política con figuras como Carlos Ramón González y las recientes polémicas sobre presuntas adquisiciones patrimoniales. Todo esto plantea una pregunta inevitable: ¿es control político o promoción personal con intereses cruzados?