Minería ilegal en Bucaramanga: detrás de las mangueras y los taludes hay manos poderosas protegiendo el crimen ambiental

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La minería ilegal en la escarpa occidental no es un problema de tres hombres con mangueras; es un engranaje de poder, plata y silencio que amenaza con devorar el futuro ambiental de Bucaramanga.

Minería ilegal en Bucaramanga: detrás de las mangueras y los taludes hay manos poderosas protegiendo el crimen ambiental
Un nuevo operativo de la CDMB y las autoridades en la escarpa occidental de Bucaramanga destapó lo que todos sospechan: la minería ilegal en la capital santandereana no es obra de tres hombres sorprendidos en flagrancia, sino de intereses poderosos que han convertido los taludes y las fuentes hídricas en un negocio clandestino.

El reciente golpe en predios institucionales como Buenos Aires, El Pantano y el Vivero Nazareth parecía ser un triunfo de la autoridad ambiental y de la fuerza pública. Tres personas capturadas, conducciones ilegales desmanteladas y mangueras utilizadas para el lavado de taludes incautadas. Sin embargo, quienes conocen de cerca la dinámica de la minería ilegal en Bucaramanga saben que los verdaderos responsables rara vez aparecen esposados en las fotos de los operativos.

La Corporación Autónoma Regional para la Defensa de la Meseta de Bucaramanga (CDMB) ha repetido hasta el cansancio que la escarpa occidental es un área protegida, vital para la sostenibilidad de la ciudad y para la protección de sus fuentes hídricas. Aun así, el saqueo continúa, con maquinaria improvisada y redes de extracción que no se sostienen sin la complicidad de actores que financian, protegen y se benefician de la devastación.

Los daños son incalculables: destrucción de taludes, contaminación de ríos, pérdida de biodiversidad y riesgos para la seguridad de barrios enteros que podrían enfrentar deslizamientos y emergencias por el debilitamiento del terreno. Cada metro cúbico de material extraído es una herida abierta contra el futuro ambiental de Bucaramanga.

El ingeniero ambiental Edwin Cárdenas Bueno, de la CDMB, lo expresó con desazón: “Es desalentador que, a pesar de las medidas adoptadas, continúen estas malas prácticas que deterioran los recursos naturales”. Su llamado a la comunidad es urgente, pero insuficiente si no se destapan las redes de poder detrás de la actividad.

El discurso de la sostenibilidad choca de frente con la realidad: la minería ilegal no se mantiene sola, ni depende únicamente de campesinos pobres que arriesgan su libertad. Hay intereses políticos, económicos y hasta mafiosos que sostienen este negocio y que cuentan con la indiferencia —cuando no con la complicidad— de quienes deberían proteger la ciudad.

La CDMB insiste en que seguirá reforzando los operativos y la vigilancia, pero la gran pregunta sigue intacta: ¿quiénes están realmente detrás de la minería ilegal en Bucaramanga y por qué, a pesar de las capturas y las sanciones, el saqueo continúa como si nada?