¿Militares al poder? La apuesta de Gustavo Matamoros reabre el debate sobre el rumbo político que necesita Colombia

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¿Es esta la solución que necesita Colombia? El general retirado Gustavo Matamoros entra en la arena política con un discurso firme: “a los bandidos se les combate, no se les negocia”. Su propuesta de seguridad como eje de gobierno abre el debate sobre el rumbo del país en 2026.

¿Militares al poder? La apuesta de Gustavo Matamoros reabre el debate sobre el rumbo político que necesita Colombia

Por Voz Oriente | Política | Opinión Crítica

Gustavo Matamoros, general retirado del Ejército, ha lanzado su precandidatura presidencial con una propuesta centrada en la seguridad, el orden y la moral familiar. Su discurso, marcado por un enfoque militarista y una crítica frontal al diálogo con grupos armados, despierta aplausos en sectores conservadores, pero también temores frente a una posible deriva autoritaria.

En un país donde la seguridad ha sido bandera electoral y la fuerza pública ha estado al centro de la historia política, la irrupción del general retirado Gustavo Matamoros en el escenario presidencial para 2026 despierta preguntas profundas. Con una trayectoria de más de 40 años en el Ejército Nacional y experiencia gerencial en Indumil, Matamoros encarna un discurso duro, de combate, de mano firme. Uno que muchos ciudadanos, hastiados del crimen y la corrupción, aplauden. Pero también uno que preocupa a sectores democráticos, que ven en esta propuesta un posible retroceso autoritario.

En su primera gira política, el general ha dejado claro que su prioridad no será dialogar con actores armados, sino derrotarlos en el terreno. “A los bandidos hay que sentarlos a negociar después de haber sido vencidos”, afirma sin titubeos. Esta visión, que descarta de entrada cualquier modelo de paz negociada, se articula con una crítica severa a lo que llama la “crisis moral y de institucionalidad” del país. Narcotráfico, minería ilegal, pérdida de valores familiares y corrupción son para Matamoros síntomas de una enfermedad nacional que solo puede curarse con disciplina militar y valores tradicionales.

Pero, ¿es esa la ruta que Colombia necesita? ¿Volver a una lógica de orden por encima del diálogo, de seguridad como eje absoluto, de familia como núcleo ideológico, es la respuesta a una democracia frágil, plural y desigual?

Matamoros apuesta por una reserva militar y policial como “ejército cívico” y por recuperar los valores familiares como sustento del tejido social. Es un discurso que conecta con el ciudadano cansado del caos, pero que también abre interrogantes sobre los límites entre autoridad y autoritarismo, entre orden y represión, entre liderazgo y militarización.

Colombia no ha olvidado las lecciones del pasado. Desde Rojas Pinilla hasta las recientes controversias sobre excesos en el uso de la fuerza, el país ha tenido suficientes ejemplos de por qué el uniforme no puede convertirse automáticamente en credencial democrática.

El general no improvisa, eso es cierto. Tiene hoja de vida, conoce el terreno, y transmite determinación. Pero en una democracia que necesita sanar con inclusión, diálogo y justicia social, cabe preguntarse:

¿Es el modelo de liderazgo que representa Matamoros la salida que necesita Colombia?

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