Metrolínea se hunde entre buses nuevos y estaciones en ruinas: el gerente y su “parcero” Pinzón siguen celebrando

Noticia validada por AI en varias fuentes

Doce buses nuevos para un sistema viejo, roto y saqueado. Mientras tanto, el gerente y su amigo Pinzón siguen celebrando como si Metrolínea funcionara.

Metrolínea se hunde entre buses nuevos y estaciones en ruinas: el gerente y su “parcero” Pinzón siguen celebrando
Mientras Bucaramanga y su área metropolitana se caen a pedazos en materia de movilidad, el gerente de Metrolínea, Emiro José Castro Meza, continúa posando para la foto, celebrando la llegada de 12 buses como si el sistema hubiera renacido.

La realidad es otra: estaciones destruidas, portales vandalizados y usuarios abandonados, mientras el gerente y su inseparable amigo, el concejal de Floridablanca Jhonatan Pinzón, derrochan sonrisas y discursos huecos.

Los ciudadanos no entienden cómo un gerente que preside el sistema de transporte más fracasado del país sigue cobrando un sueldo de lujo por administrar un cementerio de estructuras oxidadas. Basta recorrer las estaciones de Provenza, Quebradaseca o Piedecuesta para ver techos caídos, cables pelados y torniquetes que solo giran cuando alguien los desvalija.

Sin embargo, el señor Castro insiste en sus comunicados color pastel: “Los buses duales son el punto de partida hacia un modelo de transporte eficiente y sostenible”. El problema es que ni hay estaciones, ni hay validadores, ni hay seguridad. Lo único sostenible es el descaro de quienes se atornillan al cargo para vivir de los impuestos.

En las redes, los usuarios ya bautizaron el anuncio como “Metrolínea versión globo de helio”, por la cantidad de promesas que se elevan y revientan sin dejar rastro. Porque mientras el gerente sigue lanzando comunicados y echando globos, los pasajeros siguen caminando bajo el sol esperando un sistema que jamás vuelve.

Y mientras tanto, su inseparable compañero de travesuras personales, el concejal Jhonatan Pinzón, aparece en cada evento aplaudiendo, grabando videos y defendiendo lo indefendible. Ambos forman una dupla que parece más interesada en la farándula institucional que en el transporte público.

Las preguntas que la ciudadanía se hace son simples: ¿cuánto cuesta mantener esta pantomima? ¿Por qué no responden por las estaciones convertidas en chatarra? ¿Y quién audita los contratos de arrendamiento con empresas de Medellín mientras el sistema se desangra?

Metrolínea no necesita buses nuevos, necesita gerencia real, control, seguridad y transparencia. Mientras eso no ocurra, cada rueda que anuncien será otra burla para los ciudadanos que pagan por un servicio que hace años dejó de existir.