Manuel Parada alias "Manolete": un perdedor con la caída de Beltrán en Bucaramanga

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Manuel Parada, asesor señalado por improvisación y politiquería, queda en evidencia como uno de los grandes perdedores de esta crisis política, símbolo del fracaso de una administración que prefirió operadores antes que soluciones.

Manuel Parada alias "Manolete": un perdedor con la caída de Beltrán en Bucaramanga
La anulación de la elección de Jaime Andrés Beltrán por parte del Consejo de Estado no solo golpea al proyecto político del exalcalde, sino que deja en evidencia a quienes, desde la sombra del Palacio Municipal, convirtieron la administración en un feudo personal. Uno de ellos es Manuel Parada, asesor de la Alcaldía, señalado por múltiples sectores como uno de los hombres más resistidos en la ciudad y, sin duda, uno de los grandes derrotados con la salida de Beltrán.

Un asesor cuestionado

Manuel Parada, más que un asesor técnico, se convirtió en un operador político dentro de la administración de Beltrán. Sin embargo, lejos de ganarse el respeto ciudadano, acumuló críticas y rechazo por la forma en que manejaba su influencia en la Alcaldía. En distintos círculos se le acusa de ser el autor intelectual de estrategias equivocadas, del manejo sectario de las decisiones administrativas y de haber contribuido a que el gobierno de Beltrán se aislara de la ciudadanía en temas clave como movilidad, seguridad y participación ciudadana.

Su nombre rara vez aparece en público acompañado de gestión o resultados, pero sí es común escucharlo en los pasillos políticos como sinónimo de arrogancia, improvisación y clientelismo.

El derrumbe de su poder en Bucaramanga

La anulación de Beltrán no solo significa el fin prematuro de una administración debilitada, sino también la pérdida de poder para su círculo más cercano. Manuel Parada, quien dependía directamente del blindaje político del exalcalde, queda prácticamente en el aire. La posibilidad de que nuevas elecciones cambien por completo el mapa del poder en Bucaramanga lo convierte en uno de los grandes perdedores: sin el paraguas de Beltrán, su margen de maniobra se reduce a cero.

Más aún, el desgaste de su nombre ya es inocultable. La ciudadanía lo asocia con el fracaso de la gestión y con el declive del proyecto político que, en poco más de un año, se derrumbó entre escándalos, errores estratégicos y una desconexión absoluta con los problemas reales de la ciudad.

El costo de la politiquería

El caso de Manuel Parada es la muestra más clara de cómo el clientelismo y la politiquería terminan hundiendo gobiernos. Su permanencia en el círculo de confianza de Beltrán refleja hasta qué punto el mandatario privilegió a operadores de pasillo antes que a técnicos capaces de resolver los graves problemas de Bucaramanga. Ahora, con el futuro político del exalcalde en entredicho, Parada enfrenta el mayor costo: perder la cuota de poder que nunca supo justificar con resultados.