“La valla no era mía”… pero ahora es suyo hasta el eslogan: la hipocresía política de Carlos ‘Barbas’ Bueno
Carlos “Barbas” Bueno negó su valla, pero hoy hace campaña con la misma. En Bucaramanga lo llaman el “Bueno para negar”, símbolo de la hipocresía política que tanto cansa a los ciudadanos.
    Carlos Enrique Bueno, el exdirector de Tránsito que juró no tener “nada que ver” con aquella famosa valla de la carrera 27 —esa que preguntaba con picardía “¿Será bueno el nuevo alcalde?”—, terminó haciendo exactamente lo que negó: convertir el chiste en campaña.
Hace apenas unas semanas, en entrevista con Caracol Radio, Bueno puso su mejor cara de santo para asegurar que él no había ordenado, pagado ni autorizado esa pieza publicitaria. Dijo que era “una coincidencia” con su nombre y que estaba concentrado en sus proyectos personales. Pero hoy, con las mismas frases, los mismos colores y la misma barba dibujada, el exfuncionario aparece en plena carrera electoral, confirmando que la coincidencia era más bien una estrategia anticipada.
En Bucaramanga, la gente no se come el cuento. Los ciudadanos recuerdan bien cuando el “Barbas” se paseaba por las emisoras jurando que no era político, que no hacía campaña y que solo “pensaba en propuestas”. Ahora, los mismos venteros y transeúntes que lo oyeron negar la valla, lo ven posar sonriente junto a ellas, ya con su nombre estampado y los mismos tonos de diseño que antes calificó de “extraños”.
Analistas locales califican la movida como una muestra descarada de la doble moral política, típica de quienes “miden terreno” con campañas encubiertas y, cuando el calendario electoral lo permite, corren a apropiarse del mensaje. “No es coincidencia, es cálculo político”, dicen en voz baja varios conocedores de la movida bumanguesa.
Mientras tanto, en redes sociales, los usuarios se burlan del aspirante con memes y comparaciones, recordando que no hay peor campaña que la que se empieza mintiendo. En un ambiente donde la gente exige transparencia y coherencia, el autoproclamado ‘Bueno’ empieza con el pie izquierdo, repitiendo la vieja costumbre de los políticos que creen que Bucaramanga tiene mala memoria.