La minería se tira el río Fonce: turismo en Santander en riesgo por proyectos mineros
La minería amenaza con arrasar el río Fonce y con él la economía turística de San Gil: rafting, agua y vida están en juego ante títulos mineros que buscan convertir el río en botín.
La provincia Guanentá, orgullo turístico de Santander, podría estar a punto de vivir una de las peores traiciones ambientales en su historia: la entrada de proyectos mineros de gran escala en el río Fonce, símbolo de vida, de deporte extremo y de economía local.
Lo que hasta hace poco era un rumor ya tiene rostro: títulos de concesión que avanzan en jurisdicciones de Valle de San José y Páramo, con una extensión de más de 200 hectáreas y vigencia de 30 años.
Las denuncias, elevadas por colectivos ambientales y empresarios turísticos, advierten que esta “locura minera” amenaza con arrasar el ecosistema, alterar el cauce del río y acabar con los rápidos naturales que sostienen la práctica del rafting, deporte insignia de la región.
“Se trata de una minería de arrastre con maquinaria industrial, vehículos pesados metidos en el río. Eso es condenar al Fonce a la destrucción y a San Gil a perder su motor económico”, aseguró Julián Sánchez Ríos, del Colectivo Popular Guane.
Turismo vs. minería: ¿qué quiere Santander?
El turismo en el río Fonce sostiene miles de empleos y mueve la economía de San Gil desde hace más de tres décadas. Tres recorridos de rafting —desde Juan Curí hasta Valle de San José, el llamado “pequeño infierno” hasta Puente de Monas, y el más comercial que llega al Malecón de San Gil— serían directamente arrasados por el impacto minero.
“El turismo le dio identidad a esta tierra. Hoy la pregunta es si queremos seguir apostando a la naturaleza o permitir que retroexcavadoras y concesiones nos condenen a la ruina”, advirtió Julián Villalba, vocero de la Asociación Turística de Santander.
Riesgos y daños irreparables
Los ambientalistas advierten que, además de destruir el rafting, los proyectos mineros traerían:
- Pérdida de fauna y flora nativa.
- Alteración del caudal, con riesgo de desbordamientos y crecientes súbitas.
- Afectación de acueductos veredales y suministro de agua a cientos de familias.
- Deterioro de cultivos y trapiches por el polvillo del carbón.
Un llamado a frenar la barbarie
Aunque la CAS aclaró que por ahora no hay licenciamientos en trámite, la comunidad exige que no se otorguen permisos ambientales ni se avance en las licitaciones. “El río es vida. No vamos a permitir que lo conviertan en un botín minero”, repiten los líderes en San Gil y los municipios vecinos.
La disyuntiva es clara: o defendemos el agua y el turismo, o dejamos que la minería se tire para siempre el río Fonce.