La gran burla a García Rovira: Gustavo Moreno aparece en escena… diez años tarde
Aparece Gustavo Moreno en el debate sobre Curos – Málaga, pero su historia con Santander es más de abandono que de gestión.

El drama de la vía Curos – Málaga suma otra ofensa: ahora Gustavo Moreno, uno de los congresistas más ineficaces de Santander, pretende figurar en una lucha que jamás lideró.
Por más de una década, el abogado Danil Román Velandia ha librado una lucha jurídica para que el Estado colombiano cumpla su deber de pavimentar la vía Curos – Málaga. Pero ahora, cuando el proceso judicial avanza, aparece en escena Gustavo Moreno, uno de los congresistas más ausentes y cuestionados de Santander, prometiendo lo que no ha sabido cumplir: gestión.
Fue en 2015 cuando Danil Román Velandia, cansado del abandono institucional, interpuso una acción popular que obligó al Estado a invertir en la carretera más peligrosa y olvidada del oriente colombiano. Dos fallos judiciales —del Tribunal Administrativo de Santander y del Consejo de Estado— dieron la razón al abogado, obligando al Invías a presentar un cronograma de obras.
Desde entonces, la promesa ha sido la misma: pavimentar los 124 kilómetros del corredor vial que une a Curos con Málaga. Pero la realidad es otra. A menos de cinco años de cumplirse el plazo final, apenas se ha avanzado en 64 kilómetros. Y lo que es peor: solo hay proyección para pavimentar 25 kilómetros más de aquí al 2029, dejando claro que el Gobierno Nacional sigue dilatando la deuda histórica con esta región.
Mientras tanto, cientos de vidas se han perdido en esta carretera que más parece una trinchera. El atraso, los derrumbes y las lluvias mantienen en emergencia constante a quienes se atreven a recorrerla. El propio Invías lo reconoció ante el tribunal: gran parte del presupuesto se ha desviado para atender emergencias, no para obras definitivas.
Frente a este panorama, el gobernador de Santander, Juvenal Díaz, pidió al Gobierno Nacional que la Unidad de Gestión del Riesgo se haga cargo de los puntos críticos. La entidad, aunque dispuesta, aún no tiene competencia directa para asumir la tarea. Todo sigue en veremos.

Y es en este escenario de lentitud, muerte y abandono que aparece Gustavo Moreno, senador de Santander, haciendo anuncios que suenan más a campaña que a compromiso. Quien ha sido cuestionado por su interés desmedido en burocratizar Risaralda —una región fuera de su departamento— ahora busca colgarse de la lucha ajena para figurar.
Moreno, cuya gestión legislativa ha pasado inadvertida, anunció una audiencia pública en Barbosa para hablar de conectividad vial y prometió invitar a la ministra de Transporte, María Fernanda Rojas. ¿Por qué no lo hizo antes? ¿Dónde estaba cuando las familias lloraban a sus muertos en esta vía? ¿Por qué solo aparece ahora que los fallos judiciales han obligado al Estado a responder?
Su repentina presencia en el debate es, para muchos, una burla. No ha gestionado recursos, no ha liderado debates de control político efectivos y ni siquiera ha sido la voz de García Rovira en el Congreso. Su papel ha sido más decorativo que decisivo. Y eso, para una región que muere a cuentagotas en la carretera de los muertos, es imperdonable.
Mientras los líderes sociales y abogados como Danil Román arriesgan todo por el bienestar regional, políticos como Moreno siguen jugando a la política menor: aparecer donde hay micrófonos, pero no cuando hay barro, lodo y tragedia.