La desinflada de Abelardo De La Espriella en Bucaramanga
La visita de Abelardo De La Espriella a Bucaramanga terminó en una vergüenza monumental: vino a posar de salvador y salió desinflado. Su defensa del alcalde destituido Jaime Andrés Beltrán dejaron claro que el bufón del poder ya no engaña a nadie.
La visita del abogado Abelardo De La Espriella a Bucaramanga terminó convertida en un bochorno público. Ni el brillo de su ego lograron ocultar el rechazo ciudadano a su apoyo al alcalde destituido Jaime Andrés Beltrán y a la improvisada incursión política de la exmesera de Mister Babilla, María Paula Ramírez.
Por Redacción Política
Lo que Abelardo De La Espriella imaginó como una “noche de respaldo ciudadano” terminó siendo una misa de autoengaño. Bucaramanga, una ciudad con memoria, no cayó en el teatro del abogado que hace tiempo dejó de ser jurista para convertirse en influencer de su propio ego. Su paso por la capital santandereana fue el retrato exacto de la desconexión entre la vanidad y la realidad.
El auditorio, inflado por seguidores de iglesias cristianas allegadas al destituido alcalde Jaime Andrés Beltrán, apenas logró llenar las sillas vacías con la presencia de los mismos feligreses que cada domingo repiten discursos de “prosperidad y fe”. El evento, presentado como un encuentro ciudadano, fue en realidad una puesta en escena religiosa camuflada de mitin político.
La entrada de Abelardo, precedida por música épica y aplausos ensayados, no despertó admiración sino incomodidad. Muchos se preguntaron qué hacía un abogado cuestionado por sus vínculos con poderosos contratistas defendiendo al hombre que convirtió la Alcaldía de Bucaramanga en un púlpito político.
“Vino a salvar al destituido, pero terminó hundiéndose con él”, comentó un asistente que se retiró antes de que terminara el acto. “Abelardo cree que la gente aquí todavía le compra el cuento del patriota de saco blanco, pero Bucaramanga no es Cartagena ni Bogotá. Aquí la gente sabe quién es quién”.
María Paula Ramírez, autoproclamada “voz femenina de la libertad”, intentó robar protagonismo con un discurso que mezclaba feminismo light y frases motivacionales sacadas de Pinterest. El intento fue tan desafortunado como su pasado laboral en el bar Mister Babilla, que ahora ella intenta borrar con un nuevo libreto de “mujer empoderada”.
“Fue patético verlos vendiendo moral y virtud, cuando todos sabemos los intereses políticos que hay detrás. Vinieron a lavar la imagen del alcalde suspendido y a posicionar a la señora para una futura aspiración”, dijo una líder social del barrio San Francisco.
Lo cierto es que Bucaramanga le dio la espalda. La ciudad que alguna vez lo admiró por su verbo afilado y su defensa de causas judiciales, hoy lo mira con desdén. En redes sociales, los comentarios fueron demoledores: “Abelardo, te volviste una caricatura de ti mismo”, “viniste a hacerle lobby al pastor destituido”, “ya nadie te respeta”.
El abogado, que hace tiempo cambió el derecho por el espectáculo, salió con la cabeza gacha y con la ovación comprada. En la capital santandereana no lo quieren ni ver. Su visita fue el epitafio de un personaje que confundió el protagonismo con el respeto y el espectáculo con la credibilidad.
Bucaramanga, una vez más, demostró que aquí la gente no come cuento de mesías, ni de los de corbata ni de los de sotana.