Intercambiador de la 45 en Bucaramanga: una megaobra con más discurso que garantías

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La alianza entre Alcaldía y Gobernación para financiar el intercambiador de la calle 45 de Bucaramanga genera más preguntas que certezas.

Intercambiador de la 45 en Bucaramanga: una megaobra con más discurso que garantías
Intercambiador vial de la 45
La Alcaldía de Bucaramanga insiste en construir el intercambiador de la calle 45 como si fuera la solución definitiva al caos vial, pero lo que hay detrás es una obra costosa, con financiación incierta y sin un verdadero plan integral de movilidad para la ciudad.

En medio de una ciudad asfixiada por el caos vial, la Alcaldía de Bucaramanga insiste en vender la construcción del intercambiador de la calle 45 con carrera 9 como la solución mágica para descongestionar la Ciudadela Real de Minas, la Puerta del Sol y la autopista. Sin embargo, el proyecto avanza más en los anuncios que en la ejecución real, y deja en evidencia una vez más la falta de planificación financiera y política pública seria en materia de movilidad.

Con un costo cercano a los $95.000 millones, la obra fue pensada originalmente como parte de un empréstito que debía ser aprobado por el Concejo Municipal. Pero tras varios intentos fallidos, el alcalde Jaime Andrés Beltrán anunció un nuevo plan: la Gobernación de Santander entraría a cofinanciar la obra con $50.000 millones de recursos de Regalías, mientras la Alcaldía asumiría el resto.

Lo que no dice el mandatario con claridad es que la deuda sigue viva. Ahora el proyecto será financiado parcialmente por endeudamiento y parcialmente con recursos públicos del departamento, lo que podría comprometer fondos que deberían destinarse a educación, salud, agua potable o seguridad, en una región con enormes brechas sociales.

¿Progreso o populismo vial?

El proyecto incluye una rotonda, un puente elevado y la eliminación de semáforos en uno de los cruces más congestionados de Bucaramanga. La promesa: reducir 12 minutos de trayecto y facilitar el flujo vehicular desde el norte, sur, oriente y occidente.

Pero las cifras y los antecedentes invitan al escepticismo. A pesar de tener diseños en fase tres listos para ejecutar, no hay claridad sobre los cronogramas, los mecanismos de contratación, la transparencia en el uso de regalías ni la supervisión técnica de una obra que implica una intervención urbana de alto impacto.

Más preocupante aún es la propuesta del secretario de Hacienda, Reynaldo D’Silva: mantener el cupo de endeudamiento de $474.000 millones, incluso con el aporte de la Gobernación. El argumento: usar el excedente para “otras obras”, como la modernización de la semaforización, que costaría otros $50.000 millones. En otras palabras, se pretende justificar un nuevo ciclo de deuda sin una priorización técnica clara, lo que podría llevar a una nueva cadena de promesas incumplidas y obras inconclusas.

Una ciudad sin plan maestro de movilidad

Lo más preocupante de todo es que Bucaramanga sigue actuando sin un plan maestro de movilidad metropolitana actualizado. Se anuncian megaobras por separado, sin conexión real entre ellas ni un modelo integral de transporte que dialogue con el peatón, el transporte público, la bicicleta y la sostenibilidad urbana.

Mientras tanto, los ciudadanos padecen el desorden, el deterioro de la infraestructura vial existente y una movilidad cada vez más excluyente y peligrosa.

El problema no es construir, es construir con sentido. Y Bucaramanga parece seguir apostando más por el impacto político de las obras que por su coherencia técnica y sostenibilidad financiera.