Emiro Cañizares hunde a Ocaña en la impunidad: tránsito corrupto, motociclistas sueltos y promesas enterradas
El municipio de Ocaña se hunde entre el desorden vial, la corrupción en tránsito y una administración municipal ausente. El caos no solo lo protagonizan los motociclistas: lo encubren inspectores ciegos, alféreces abusivos y un alcalde que le falló a su gente.

Mientras motociclistas siembran el caos en las calles de Ocaña, crecen las denuncias por comparendos fantasma, corrupción en la concesión de tránsito y el silencio cómplice de un alcalde que prometió orden… y entregó descontrol.
En Ocaña, el desorden vial ya no es solo un problema de cultura ciudadana: es un síntoma de un sistema corrompido, con autoridades que se hacen las ciegas y un alcalde, Emiro Cañizares Plata, que incumple todas las promesas que hizo en campaña. Mientras motociclistas hacen piruetas, invaden andenes y se saltan los semáforos, la verdadera amenaza está en los escritorios: donde se imprimen comparendos inexistentes y se protege una concesión que exprime al ciudadano y no responde por nada.
Hoy, la ciudad está al borde del colapso. Más de 60.000 motocicletas ruedan sin control. Vehículos sin placas, exhostos modificados, pistoneos a toda hora, parrilleros que delinquen, retenes sin autoridad y operativos simulados. Todo ocurre ante los ojos cerrados de inspectores que prefieren ignorar las infracciones y reforzar la complicidad con una concesión privada que, según denuncias ciudadanas, se embolsilla más del 65% de las multas impuestas, muchas de ellas sin sustento.

Las denuncias más graves apuntan a la expedición de comparendos fantasma: sanciones impuestas a personas que jamás han pisado Ocaña, como las impuestas por el ex alferez Ricardo Cristancho Jiménez, denunciado hoy ante la Fiscalía por Hurto Calificado, Falsedad en Documentos Públicos y Fraude Procesal. Las víctimas son ciudadanos de otras regiones que, al renovar su licencia o comprar vehículo, descubren que “deben” al tránsito de Ocaña sumas exorbitantes por infracciones que nunca cometieron. ¿Quién se está lucrando con este fraude? ¿Dónde están los controles? ¿Por qué nadie investiga?
El descontento es generalizado. Conductores formales como taxistas denuncian estar al borde de la quiebra. “Estamos hartos. Los motociclistas se adueñaron de la ciudad, y la administración solo promete. El alcalde no ha cumplido nada, ni el ordenamiento del centro ni el control al transporte informal. Ya ni disimula su falta de autoridad”, afirma Olger Acosta Jaime, taxista veterano.
Los líderes comunales no se guardan nada. “Aquí hay motos sin placa, sin luces, con parrilleros atracando, y los alféreces no ven nada. Se hacen los locos porque hay plata de por medio”, señala Alonso Sánchez, del barrio Sesquicentenario. La edil Miriam Lozano denunció el caso reciente de un adulto mayor arrollado por jóvenes que hacían acrobacias en moto: “El caos es total. La gente tiene miedo de cruzar la calle. Nadie responde. ¿Dónde está la alcaldía?”, pregunta.
En el Hospital Emiro Quintero Cañizares, la sala de urgencias colapsa cada fin de semana con más de 250 casos por accidentes de tránsito. El 80% involucra motociclistas. Aun así, no hay campañas efectivas, ni seguimiento real, ni voluntad política.
Emiro Cañizares Plata llegó al poder prometiendo una transformación en movilidad. Prometió sacar a los “terminalitos” del centro, frenar el desorden, desmontar el clientelismo en tránsito. Hoy, sus promesas no valen nada. Retrocedió ante la presión de comerciantes y dejó que el caos ganara.

El modelo de concesión en tránsito, privatizado en su mayoría, también está en entredicho. Los ciudadanos pagan comparendos, pero no ven resultados: no hay operativos reales, no hay control del parqueo ilegal, ni personal suficiente en vía. Solo sanciones, cobros, y silencio.
En redes sociales, los ciudadanos exigen una auditoría externa, una investigación de los entes de control y la revocatoria de una concesión que consideran abusiva y opaca.
En Ocaña, no solo la movilidad está fuera de control: también la legalidad. Y mientras tanto, quienes deberían ordenar, castigar y proteger… simplemente no aparecen.