El viejo truco electoral: amenazas sin pruebas en la política santandereana
La oficialización de la candidatura de Camilo Torres revive el libreto de las amenazas sin pruebas, un truco que se repite en la política santandereana. Con investigaciones abiertas y un pasado incómodo, su estrategia victimista parece más un cálculo electoral que una realidad comprobada.

En Santander parece haberse vuelto costumbre que algunos aspirantes a cargos públicos utilicen el libreto de las amenazas como carta de presentación política. Esta vez fue el turno del diputado Camilo Alfonso Torres Prada, quien, en medio de denuncias sobre supuestas intimidaciones, oficializó su aspiración a la Cámara de Representantes por el Pacto Histórico.
La estrategia, que ya se ha visto repetida en diferentes campañas del país, genera serias dudas: los anuncios de amenazas nunca vienen acompañados de pruebas sólidas y siempre coinciden, de manera sospechosa, con el inicio de una campaña o el lanzamiento de una candidatura.
Una candidatura con guion repetido
Torres, quien hasta hace poco manifestaba su intención de ser candidato a la Alcaldía de Barrancabermeja, decidió ahora encaminarse hacia el Congreso. Y lo hace, nuevamente, rodeado de un discurso victimista, presentándose como objetivo de la violencia justo en el momento en que necesita visibilidad política.
En el acto de presentación, realizado en el Centro Comercial San Silvestre, el diputado estuvo acompañado por figuras del Pacto Histórico como Iván Cepeda y el senador Alberto Benavides, quienes respaldaron su aspiración. Sin embargo, el evento estuvo marcado por el aire de oportunismo que deja la narrativa de las amenazas, utilizada como recurso mediático para captar simpatía.
Un pasado incómodo
Más allá del discurso de unidad y esperanza, sobre Torres pesan cuestionamientos políticos y judiciales que no pueden pasar desapercibidos. Se le ha señalado por inconsistencias en su ejercicio público y por mantener alianzas contradictorias. La Fiscalía, incluso, lo investiga por la presunta difusión de videos íntimos contra una mujer, un hecho que lo expone como un político misógino y carente de la ética que pregona.
Además, en su historial político no se puede borrar la cercanía que en su momento tuvo con figuras como el exalcalde de Medellín, Daniel Quintero, o la vicepresidenta Francia Márquez, fotografías que hoy resultan incómodas frente al electorado.
¿Amenazas o estrategia electoral?
El trasfondo de esta situación es preocupante: mientras el Magdalena Medio enfrenta problemas reales de violencia y de seguridad, algunos políticos parecen aprovecharse de esa realidad para victimizarse sin sustento, apelando a un libreto gastado que solo busca generar ruido mediático.
La política en Santander necesita propuestas claras y compromisos de fondo, no trucos de campaña disfrazados de amenazas que nunca llegan a esclarecerse. De lo contrario, se seguirá alimentando la desconfianza ciudadana frente a quienes deberían representar sus intereses en el Congreso.