El puño de Petro en el Congreso: desafío simbólico que encendió la polarización

Noticia validada por AI en varias fuentes

El puño izquierdo alzado por Gustavo Petro al cerrar su discurso en el Congreso desató una tormenta política. Mientras sus seguidores lo ven como un símbolo de resistencia popular, sus críticos lo interpretan como una provocación autoritaria.

El puño de Petro en el Congreso: desafío simbólico que encendió la polarización
El puño izquierdo alzado por el presidente Gustavo Petro durante la instalación del Congreso el 20 de julio encendió una fuerte controversia al convertirse no en un gesto casual, sino en una señal deliberada de desafío político que profundiza la fractura con la oposición.

La jornada del 20 de julio en el Congreso, que debía marcar el inicio de una nueva legislatura, terminó envuelta en gritos, pancartas y una tensión creciente entre el presidente Gustavo Petro y la bancada opositora. Pero fue un gesto final —el puño izquierdo levantado por el mandatario al retirarse del Salón Elíptico— el que capturó la atención del país.

El gesto, replicado por varios de sus ministros y aliados, no fue un accidente. Tampoco fue una solicitud de uso de la palabra, como algunos pensaron. Fue un acto deliberado, una declaración simbólica en un momento en que el ambiente en el Congreso rozaba el caos.

Durante su discurso de más de dos horas, Petro defendió su gestión con cifras y declaraciones enfáticas. Pero fue después de la intervención de la congresista Lina María Garrido, quien lo acusó de encubrir la corrupción y de no ofrecer soluciones frente a la inseguridad, cuando el tono cambió. Desde las bancadas opositoras estallaron gritos de “¡Fuera Petro!” y “¡Mentiroso!”. En respuesta, el mandatario alzó el brazo izquierdo, cerró el puño y abandonó el recinto.

El gesto fue interpretado de distintas maneras. Para algunos sectores del Pacto Histórico, evocó símbolos de resistencia popular y lucha social, como los monumentos de protesta en Cali o el tradicional saludo de puño cerrado de los movimientos de izquierda. Para otros, fue una provocación innecesaria, una muestra de desprecio hacia la deliberación democrática y hacia el resto del Congreso.

La representante Garrido, blanco de críticas del presidente y sus aliados, aseguró que el gesto era una advertencia. “Fue una marca para quienes nos atrevimos a contradecirlo. No respondió con argumentos, sino con símbolos intimidatorios”, señaló.

Desde la oposición también se cuestionó que Petro abandonara el salón antes de que intervinieran más congresistas. El representante Daniel Carvalho calificó la actitud del Gobierno como antidemocrática y denunció intentos de imponer fichas oficialistas en las mesas directivas.

Petro, por su parte, respondió desde sus redes sociales con tono irónico. Afirmó que ya había escuchado suficientes mentiras y que prefería “bañarse” en lugar de seguir el debate. También defendió su gestión económica, asegurando que buena parte del recaudo se ha destinado a saldar deudas del pasado.

Más allá de su significado simbólico, el puño en alto del presidente dejó un claro mensaje: el Gobierno no se moverá de su trinchera ideológica. El gesto —para unos valiente, para otros incendiario— marcó el inicio de una legislatura que promete estar marcada por la confrontación y no por los consensos.