El nombramiento fallido de Carlos Fernando Pérez: de contralor apadrinado a aspirante vetado por el Gobierno
El intento de colar a Carlos Fernando Pérez en el alto gobierno fue tan burdo como su pasado: un excontralor cuestionado, ficha del clan Aguilar y símbolo del clientelismo que el país necesita desterrar.

La designación anunciada de Carlos Fernando Pérez Gálvez como asesor 14 del DAPRE —puesto de confianza en la misma Casa de Nariño— fue abortada apenas semanas después, ante el clamor de denuncias que lo vinculan con clientelismo político y conflictos éticos. Su pasado como contralor de Santander bajo el aval del clan Aguilar lo convierte en una figura incompatible con cualquier aspiración seria en el servicio público.
El fantasma del neopatrimonialismo
Carlos Fernando Pérez fue señalado desde su elección como contralor departamental de Santander por ser designado gracias al respaldo del clan Aguilar, pese a no figurar en la terna inicial y requerir métodos poco transparentes para llegar al cargo . Su cercanía política a esa familia cuestionada debilitó la credibilidad del ente fiscalizador que debía vigilar al poder regional. Incluso fue recusado públicamente por alcaldes y auditores que acusaron persecución política disfrazada como control fiscal .
Esos antecedentes no pasaron desapercibidos. La candidatura de Pérez como asesor en la Presidencia generó un rechazo inmediato y un aluvión de mensajes acusándolo de ser un servidor más de la familia Aguilar, alineado a redes clientelistas que siguen enraizadas en la política santandereana.
Petro lo vetó gracias a las críticas
El propio presidente Petro, al conocer las críticas, ordenó revisar su hoja de vida, una señal clara de que el nombramiento no llegó a consolidarse. A pesar de haber sido recomendado por un senador afín al Pacto Histórico, la presión ciudadana y las críticas por su pasado político provocaron su exclusión definitiva.
En contraste, René Garzón sí logró posesionarse en la Unidad para Víctimas a pesar de las críticas, gracias a su trayectoria parlamentaria de hace 20 años por el Polo Democrático, lo que lo hacía menos cuestionable desde un punto de vista técnico.
Un contralor bajo sospecha, no un asesor digno
La Fiscalía ha identificado a Pérez como miembro de una red clientelar que lo permeó durante su paso por la Contraloría. Su elección fue avalada por una coalición política regional, no por méritos técnicos, y terminó profundizando la crisis de confianza en una institución que debía ser garante del control fiscal .
Además, ha sido cuestionado por mantener vínculos directos con alcaldes y funcionarios que posteriormente endurecieron procesos en su contra. Esta relación de poder y ambición personal y vetó su llegada al Gobierno Nacional.
El mensaje es claro: sin autonomía ni ética no hay lugar en Petro
El episodio confirma que la estructura de poder político no puede reinventarse desde dentro. Nombrar a Pérez Gálvez hubiera significado legitimar una continuidad del clientelismo bajo la sombra de un discurso de cambio.
Frente a esto, la salida de su candidatura es una victoria para aquellos que creen en la política técnica y no en la perpetuación de redes entre partidos y familias. Por el bien público, que quede claro: quien tiene pasado manchado de intereses cuestionables no debe aspirar a puestos de control ni asesoría, menos en una Casa de Nariño que prometió regeneración institucional.
¿Qué sigue ahora?
Este caso debería servir como lección: los mecanismos de transparencia y las organizaciones sociales tienen un rol clave para impedir que figuras opacas regresen al poder con nuevas carpetas. Vivimos un momento de exigencia ciudadana real, donde los currículos ya no pueden estar por encima del escrutinio público.
Y que nunca se olvide: quien llegó a la función pública gracias a favores, clientelismo o cuotas políticas, difícilmente puede aspirar a mantenerse con integridad en posiciones que exigen prudencia, independencia y ética.