El inglés como llave, los sueños como puerta: 90 niños rurales de Santander viajan a Canadá
Con el frío canadiense esperándolos y el calor de su tierra aún en la piel, 90 niños santandereanos viajan hoy como embajadores de sus comunidades, convencidos de que aprender inglés es solo el inicio de un camino donde sus sueños serán los verdaderos protagonistas.

El amanecer de este sábado en Santander estuvo marcado por un sentimiento inusual: en veredas y pueblos, el aroma del chocolate caliente y la arepa recién asada se mezcló con nervios y sonrisas ansiosas. Noventa estudiantes de colegios rurales y urbanos, muchos de ellos con manos curtidas por el trabajo en el campo, dejaron atrás las montañas para emprender el que podría ser el viaje más importante de sus vidas: tres meses en Canadá para estudiar inglés y descubrir un mundo más amplio que el que conocían.
Una experiencia que trasciende las aulas
Fredericton, la capital de New Brunswick, será su nuevo hogar temporal. Allí tendrán 15 horas semanales de clases de inglés, pero las lecciones irán más allá del idioma. Visitarán parques, caminarán por pasillos universitarios y compartirán con jóvenes de otros países, aprendiendo que su lugar en el mundo no se limita a las fronteras de su municipio.
El programa que abrió las puertas
Este viaje es la segunda edición de It’s Time For Education 2025, una iniciativa de la Gobernación de Santander en alianza con la Universidad Pontificia Bolivariana. La convocatoria, que este año recibió 787 postulaciones, seleccionó a los estudiantes y a 10 docentes por mérito y disciplina. El gobernador Juvenal Díaz Mateus destacó que, al abordar el avión, cada niño llevará un pedazo de la tierra santandereana y será un embajador de su cultura.
Voces que llevan su tierra en el corazón
Para Arón Nicolás Méndez, de Aratoca, el viaje es la oportunidad de hablarle al mundo del pan artesanal de su pueblo. Fredy Justin Snaider, de La Paz, empacó en su maleta una bolsita de tierra para no olvidar de dónde viene. Lesly Valentina, de Jesús María, lleva una foto familiar para sentirse acompañada, y Joseph Santiago, del campo santandereano, quiere mostrar que su comunidad también enseña lecciones valiosas sobre la vida y el cuidado de la naturaleza.
Más que un intercambio, un salto hacia el futuro
Estos jóvenes no solo aprenderán inglés: vivirán un cambio de perspectiva. Sus botas que ayer pisaban la tierra húmeda hoy recorren el suelo de un aeropuerto; en sus mochilas no llevan solo cuadernos y abrigos, sino la esperanza de sus familias y la certeza de que los sueños, cuando se trabajan, se convierten en puertas abiertas.