¿El Concejo de Ocamonte?” — El comentario clasista del concejal Javier Ayala desata indignación y escándalo político en Santander
El desprecio con que Javier Ayala trató a Ocamonte durante un debate en el Concejo de Bucaramanga desató la furia de sus habitantes, que ahora exigen disculpas públicas y anuncian un plantón en su contra.

Un comentario clasista del concejal Javier Ayala encendió la indignación en Santander: llamó “Concejo de Ocamonte” a la corporación de Bucaramanga en medio de un debate caótico, ofendiendo a todo un municipio y desatando un escándalo político que crece por minuto.
Lo que debía ser un debate serio sobre presuntas irregularidades en el manejo de la chatarra en Bucaramanga, terminó convertido en un lamentable espectáculo de arrogancia política, ignorancia reglamentaria y clasismo disfrazado de sarcasmo.
Durante la sesión del Concejo de Bucaramanga celebrada este lunes, el concejal liberal Javier Ayala Moreno lanzó una frase que ha encendido los ánimos en el departamento: “¿Qué es lo que está pasando aquí? ¿Este es el Concejo de Ocamonte o qué?”, refiriéndose a la toma momentánea de la presidencia de la corporación por parte del concejal Jorge Flórez, del Pacto Histórico, en medio de un evidente desorden reglamentario.
Lo que Ayala pretendía hacer pasar como una crítica a la improvisación legislativa, terminó siendo interpretado como un ataque directo y peyorativo contra el municipio santandereano de Ocamonte, cuyos habitantes y líderes no tardaron en responder con firmeza.
Un pueblo indignado
“Es una falta de respeto rotunda, no solo contra el municipio, sino contra toda su gente, como si ser de Ocamonte fuera sinónimo de ignorancia o improvisación”, declaró en reserva un concejal de ese municipio. La colonia de ocamonteses en Bucaramanga ya prepara un plantón frente al Concejo para exigir disculpas públicas del concejal liberal.
Para muchos analistas y ciudadanos, este comentario no solo denota clasismo y desconocimiento, sino que se convierte en una afrenta pública contra un municipio históricamente trabajador, cuyos habitantes exigen el mismo respeto que cualquier capitalino.
El debate perdido entre egos y desorden
El incidente ocurrió en el marco del llamado “debate de la chatarra”, impulsado por la oposición contra el alcalde Jaime Andrés Beltrán, el cual terminó siendo un espectáculo más de vanidades políticas que de argumentos serios. Lejos de aportar pruebas sólidas sobre los señalamientos, la sesión se convirtió en un caos reglamentario, donde ni siquiera se respetó la presidencia legítima del Concejo.
Flórez, del Pacto Histórico, usurpó el lugar del presidente sin ningún sustento normativo, provocando la reacción airada de Ayala. Sin embargo, lo que debió haber sido una discusión técnica sobre la chatarra del alumbrado, se desvió hacia un conflicto de poder y un acto discriminatorio que ahora tiene repercusiones regionales.
Reacciones y consecuencias
El hecho ha generado repudio en redes sociales y es comentado en los pasillos políticos como una torpeza de grandes proporciones. “No se puede permitir que un concejal utilice el nombre de un municipio para denigrar de los demás. Eso es clasismo puro, venga de donde venga”, dijo un exdiputado de Santander.
Hasta el momento, ni Ayala ni su partido han ofrecido disculpas. Pero lo que sí es claro es que este episodio ha trascendido las paredes del cabildo local y amenaza con convertirse en un nuevo escándalo político en Santander, en medio de un periodo de alta polarización.