Congreso estrena nueva cúpula: así quedaron las presidencias del Senado y la Cámara en el arranque de la última legislatura de Petro
El Congreso eligió anoche su nueva mesa directiva para el último año del gobierno Petro. Lidio García (Senado) y Julián López (Cámara) lideran una cúpula favorable al Ejecutivo, en medio de críticas por acuerdos políticos y concentración de poder.

Con votaciones mayoritariamente favorables, el Congreso de la República renovó anoche sus mesas directivas para el periodo legislativo 2025-2026, en un ambiente cargado de expectativas por las reformas pendientes del gobierno Petro.
El domingo 20 de julio, mientras el presidente Gustavo Petro protagonizaba un discurso divisivo desde la Casa de Nariño, el Congreso definía sus nuevas cabezas legislativas. Con votaciones que revelaron una coalición silenciosa, quedaron elegidos senadores y representantes afines al Gobierno, que ahora tiene el camino más despejado para impulsar sus reformas en el último año de mandato.
En el Senado, fue elegido Lidio García Turbay, del Partido Liberal, con 97 votos. Aunque su partido dice estar en la independencia, García ha sido un facilitador clave del petrismo. A su lado estarán Ana Paola Agudelo (Partido MIRA) como primera vicepresidenta, y Ana María Castañeda (Cambio Radical) en la segunda vicepresidencia, evidenciando una repartición de poder entre sectores diversos, pero en su mayoría no confrontacionales con el Gobierno.
En la Cámara de Representantes, asumió la presidencia Julián David López, del Partido de la U, una colectividad que ha actuado como bisagra para la agenda de Petro. López fue electo con 104 votos. Las vicepresidencias quedaron en manos de Juan Sebastián Gómez (Nuevo Liberalismo) y Daniel Carvalho, ambos de perfil moderado, pero cercanos a los intereses progresistas.
La elección de estas figuras —en particular las de López y García— refleja una estrategia clara del Gobierno para blindar su agenda legislativa en este último año, a través de alianzas con partidos que han negociado puestos y participación a cambio de su respaldo. Aunque no son parte directa del Pacto Histórico, el control político ya está asegurado.
Una mayoría atada con cinta política
Lo que para el Gobierno es una mayoría funcional, para la oposición representa una concentración de poder. Desde varios sectores se ha denunciado que los acuerdos para lograr estos resultados incluyeron participación en entidades, cuotas regionales, contratos y, sobre todo, silencio frente a los escándalos recientes.
Los sectores independientes y críticos ven con preocupación que la Cámara y el Senado puedan convertirse en un simple sello de aprobación para una administración que ha demostrado poco interés por el debate democrático y más por imponer su narrativa.