Cocina con alma: cocineras santandereanas llevaron el sabor del Magdalena Medio hasta la OEA
Desde Barrancabermeja hasta Washington, dos cocineras tradicionales santandereanas conquistaron paladares en la sede de la OEA con recetas llenas de historia. Su cocina, basada en los sabores del Magdalena Medio, elevó el nombre de Santander en una gesta de orgullo, tradición y sabor colombiano.

Desde Barrancabermeja hasta Washington, dos mujeres de Santander conquistaron con recetas ancestrales el paladar de diplomáticos en la sede de la Organización de Estados Americanos. Su hazaña no solo exalta el talento culinario, sino que posiciona al departamento como referente de tradición y sabor en la escena internacional.
Con una maleta cargada de yuca, tamarindo, chorizo de pescado, pasta de mango y envueltos, Chori Agámez y Heidi Pinto, madre e hija oriundas de Barrancabermeja, cruzaron fronteras para representar a Colombia —y especialmente a Santander— en una cena diplomática organizada por la OEA en Washington.
No llevaban estrellas Michelin ni atuendos de alta cocina, pero sí algo más valioso: una herencia gastronómica de generaciones, tejida entre fogones de leña, productos del río Magdalena y el saber que solo tienen las cocineras tradicionales del Magdalena Medio.
Su menú fue una obra maestra de identidad regional: empanadas de yuca con chorizo caramelizado en guarapo, puré de yuca con salsa de tamarindo y chorizo de pescado, pato ahumado y platos vegetarianos que adaptaron sin perder el alma de la cocina tradicional.
El evento no solo fue una cena. También ofrecieron un taller de técnicas de envoltura con hojas —una tradición colombiana poco conocida fuera del país— que encantó a diplomáticos y funcionarios de distintos países.
Este logro no es solo de ellas. Es de Barrancabermeja, de Santander y de cada mujer que ha preservado el sabor como parte del patrimonio. El proyecto Toque Colombiano, que ambas lideran desde 2014, busca justamente eso: rescatar, visibilizar y proyectar la cocina tradicional colombiana al mundo.
“Queremos que las matronas cocineras crean en sí mismas, que no le teman a mostrar su cocina. Lo nuestro tiene valor, sabor y alma”, afirmó Heidi, convencida de que Santander tiene todo para brillar en la gastronomía global.
Con esta gesta, Santander no solo aportó sabor a una cena internacional: también escribió una página de orgullo cultural y de dignidad para las tradiciones que siguen vivas en cada olla, cada ingrediente y cada historia cocinada a fuego lento.