Caos en el sistema de salud en Bucaramanga: estas son las quejas más repetidas

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La salud en Bucaramanga atraviesa una crisis silenciosa: demoras en atención, falta de medicamentos y tratamientos incompletos son el pan de cada día para miles de ciudadanos vulnerables. Las tutelas se disparan y el sistema colapsa ante la indiferencia oficial.

Caos en el sistema de salud en Bucaramanga: estas son las quejas más repetidas
Las demoras en citas, entrega de medicamentos y tratamientos incompletos están convirtiendo la atención en salud en Bucaramanga en una pesadilla para miles de ciudadanos vulnerables.

Por: Voz Oriente / Redacción Bucaramanga

En Bucaramanga, acceder a atención médica oportuna y de calidad sigue siendo uno de los desafíos más urgentes para la población vulnerable. Las cifras lo evidencian: según datos de la Corte Constitucional, el 23,39 % de las tutelas interpuestas en la ciudad en lo que va del año están relacionadas con fallas en el sistema de salud, siendo el segundo motivo más frecuente después de los derechos de petición (39,40 %).

Esta crisis no se queda en los números. María Gómez, residente del barrio Lizcano, al norte de la ciudad, es una de las muchas personas afectadas por las demoras en la atención. “Necesitaba una intervención urgente, pero tuve que esperar diez semanas para que me dieran la cita. La demora afectó mi salud y mi tranquilidad. Es frustrante sentir que a una persona como yo, de estrato bajo y enferma, no la atienden cuando más lo necesita. Eso duele más que la enfermedad”, relata.

Su testimonio es apenas una muestra del drama cotidiano de miles de ciudadanos que sienten que el sistema no responde. El 34,98 % de las quejas en salud este año tienen que ver con la falta de prácticas médicas oportunas, una cifra que refleja un problema estructural.

A esto se suma el acceso limitado a medicamentos e insumos. Carlos Ramírez, otro afectado, afirma: “He tenido problemas para conseguir medicamentos a tiempo y para que me hagan los tratamientos necesarios. La demora en la entrega de insumos hace que mi condición empeore”. Esta problemática representa el 23,37 % de las quejas formales presentadas por los usuarios del sistema.

Por su parte, Laura Martínez señala otra de las grandes falencias: la atención médica fragmentada. “He tenido que luchar mucho para que me hagan un tratamiento integral. La atención no es continua y eso afecta mi recuperación”, explica. Las interrupciones en la continuidad del tratamiento constituyen el 23,36 % de las reclamaciones.

La dificultad para acceder a citas y diagnósticos oportunos también aparece con frecuencia. Laura denuncia: “A veces, tengo que esperar meses para una cita, lo que retrasa mi diagnóstico y tratamiento”. Este cuello de botella afecta directamente el pronóstico de enfermedades y pone en riesgo la vida de pacientes con condiciones complejas.

Más allá de las demoras, las barreras económicas agravan el panorama. Aunque la salud pública en teoría es gratuita, muchos ciudadanos deben cubrir costos indirectos como el transporte hasta los centros asistenciales, medicamentos no incluidos en el plan obligatorio o exámenes especializados que no siempre están disponibles en la red pública. Estos gastos, aunque invisibles para la administración, son insostenibles para los usuarios de menores ingresos.

La congestión del sistema, la saturación de los servicios y la falta de cobertura efectiva dejan a muchos sin atención en momentos críticos. En la práctica, los más pobres pagan con su salud —y muchas veces con su vida— la ineficiencia del sistema.

Es urgente que las autoridades locales, departamentales y nacionales revisen esta situación con rigor y prioricen soluciones estructurales. No basta con discursos ni promesas aplazadas: se requiere inversión, planeación, personal suficiente y voluntad política para que la salud deje de ser un privilegio y vuelva a ser un derecho.