Bucaramanga recibe a su nuevo alcalde con un sicariato en pleno parque Romero
Un sicariato en el parque Romero le da la “bienvenida” al nuevo alcalde encargado de Bucaramanga, recordándole que aquí las balas siguen gobernando por encima de los decretos.
El arranque del nuevo alcalde encargado en Bucaramanga no vino acompañado de esperanza ni de anuncios de gestión: lo recibió la violencia. Apenas horas después de confirmarse la salida de Jaime Andrés Beltrán, la capital santandereana volvió a ser escenario de un sangriento sicariato en inmediaciones del parque Romero.
Tres balas, una vida menos y una ciudad en vilo
A las 8:08 de la noche de este jueves 25 de septiembre, un hombre fue atacado a tiros cuando caminaba por la calle 44 con carrera 11. Un sicario que se movilizaba en motocicleta Yamaha XTZ blanca descargó al menos tres disparos que acabaron de inmediato con la vida de la víctima, cuyo cuerpo quedó tendido en la vía pública.
La escena se convirtió en una postal del miedo: ciudadanos intentando auxiliar al herido sin éxito, mientras el asesino se esfumaba en cuestión de segundos.
Escenas desgarradoras en el parque Romero
La llegada de familiares al lugar añadió más crudeza al hecho. Una mujer atravesó el cerco policial y entre gritos de dolor imploraba: “¡Déjeme pasar, déjeme pasar para verlo! ¡No, no, no!”. La desesperación se tomó el parque Romero, que en vez de ser espacio de encuentro vecinal terminó convertido en teatro del crimen.
Una ciudad bajo la maldición del sicariato
El asesinato ocurre en medio de la crisis institucional por la nulidad electoral de Beltrán y la llegada de un mandatario encargado. Pero lo cierto es que la gente siente que el verdadero poder en Bucaramanga lo sigue imponiendo el sicariato. Con elecciones atípicas a la vista, la ciudadanía recibe un mensaje devastador: más allá de los cambios de alcalde, la ciudad continúa atrapada en el espiral de violencia.
Autoridades investigan, la gente no cree
La Policía acordonó la zona y el CTI de la Fiscalía recogió evidencias, pero las respuestas de siempre ya no convencen. Bucaramanga se pregunta hasta cuándo los homicidios seguirán marcando la agenda pública, mientras la violencia celebra su reinado en cada esquina.