Beltrán se aferra a la vergüenza: la doble militancia lo tiene sentenciado, pero busca un salvavidas en la Corte Constitucional
Bucaramanga no merece un alcalde sostenido en la incertidumbre. Beltrán insiste en prolongar su agonía política, aferrándose a un fallo que no lo absuelve, mientras la ciudad sigue a la deriva.

Beltrán se aferra a la vergüenza: la sombra de la doble militancia aún lo tiene contra las cuerdas, pero un reciente fallo de la Corte Constitucional en favor del senador Alexander López abre un resquicio que podría alterar su futuro.
El alcalde de Bucaramanga, cuya elección ya fue anulada en dos instancias por el Consejo de Estado, pretende ahora sostenerse en el cargo aferrándose a un giro jurisprudencial que no fue pensado para él, sino para proteger la credencial de un aliado del petrismo. La paradoja es evidente: Beltrán, que se presentó como adalid del cambio moral, busca un salvavidas político en las manos de magistrados cercanos a Gustavo Petro, el mismo proyecto ideológico que dice combatir.
El fallo en el caso López Maya, que tumbó la sanción por doble militancia en la modalidad de apoyo dentro de coaliciones, confronta directamente la interpretación que el Consejo de Estado ha usado para sacar del poder a más de 400 mandatarios. Y es esa grieta la que hoy la defensa de Beltrán, encabezada por Humberto Sierra Porto, intenta aprovechar para rebatir lo que hasta ahora parecía una sentencia definitiva: su salida del Palacio Municipal.
Mientras tanto, la ciudad asiste con desconcierto a un alcalde que no gobierna sino que litiga, que no ofrece certezas sino excusas, y que se aferra a tecnicismos para evadir lo que ya es una decisión judicial reiterada. El caso, más allá de lo jurídico, evidencia la crisis de legitimidad de un mandatario que perdió la confianza ciudadana y que hoy se sostiene solo en la esperanza de que la Corte Constitucional cambie las reglas del juego a su favor.