¡Basta de convertir la Gobernación en un muladar! Los gatos deben salir del Palacio Amarillo
La Gobernación de Santander no puede seguir siendo refugio improvisado de gatos. Se requiere un plan de traslado, esterilización y adopción, porque el Palacio Amarillo es sede administrativa, no un muladar donde Lozano y Machado pretendan hacer populismo barato.

Una simple circular interna de la Gobernación de Santander abrió una tormenta de polémicas. El documento prohíbe alimentar a gatos y palomas dentro del edificio administrativo y habla incluso de “erradicarlos”. La reacción inmediata de algunos concejales y diputados fue presentarlo como un acto de crueldad; sin embargo, lo que se esconde tras este debate es mucho más grave: el Palacio Amarillo no puede convertirse en un albergue improvisado de animales a costa de la salud pública y los recursos de los ciudadanos.
La realidad que no quieren aceptar
Hace años la Gobernación arrastra este problema. Hoy, más de 40 gatos viven entre pasillos, techos y sótanos del edificio. No hay control sanitario, se multiplican sin protocolos claros y terminan generando un foco de insalubridad. La presencia de roedores, pulgas y malos olores no es un invento, es una denuncia constante de funcionarios y visitantes.
Pese a ello, algunos sectores políticos —como el diputado Danovis Lozano y el concejal Camilo Machado— insisten en que los felinos deben quedarse, como si la Gobernación fuera un refugio de animales y no la casa administrativa de un departamento. ¿De verdad creen que la solución es seguir gastando dinero público en mantener colonias de gatos en lugar de garantizar su traslado y reubicación responsable?
Populismo barato vs. soluciones reales
Seamos claros: nadie está pidiendo exterminar animales. La salida está en esterilización, vacunación y programas de adopción que permitan cerrar definitivamente este capítulo. Lo que resulta inadmisible es que políticos de turno se escuden en el discurso animalista para oponerse a lo evidente: los gatos deben salir de la Gobernación, con un plan técnico, seguro y definitivo.
El problema no es nuevo. Cada año se repite la misma historia: denuncias, titulares de prensa, pleitos legales y cero soluciones estructurales. Mientras tanto, los recursos de la administración se desvían en improvisaciones y el edificio oficial se degrada.
Un mensaje claro a la opinión pública
El debate no es si se alimenta o no a los gatos: el verdadero debate es si la Gobernación de Santander seguirá siendo administrada como un refugio improvisado, desordenado y sin control, o si finalmente se tomará una decisión seria para devolverle dignidad al Palacio Amarillo.
La Gobernación no es un muladar ni un albergue. Es la sede del poder departamental, y como tal, debe dar ejemplo de orden, salubridad y responsabilidad.