Alerta: demolición de puente en Chimitá agudiza el caos vial entre Bucaramanga y Girón
La demolición del puente en Chimitá desnuda, una vez más, la precariedad en la planeación vial del área metropolitana. Dos años de cierres convertirán a Bucaramanga y Girón en un experimento de resistencia ciudadana frente a la desidia institucional.

La demolición del puente sobre la quebrada Las Navas, en el sector de Chimitá, ha convertido la vía Bucaramanga–Girón en un verdadero cuello de botella. Aunque las obras son necesarias, la improvisación en la planeación del tránsito tiene atrapados a miles de conductores que padecen diariamente el caos y la falta de soluciones de fondo.
Las máquinas ya trabajan sobre el puente que conecta los barrios Palenque y Café Madrid. Una calzada fue cerrada por completo y la otra funciona bajo contraflujo, con un solo carril por sentido. El resultado: interminables trancones en uno de los corredores más transitados del área metropolitana, vital no solo para la movilidad local sino para el transporte de carga y pasajeros desde distintas regiones del país.
Aunque el contratista asegura que los trabajos están dentro del cronograma del contrato PAF-VIASSANTANDER-O-078-2023, lo cierto es que el impacto en la movilidad es evidente. Los cierres, que se prolongarán hasta mediados de 2026, suponen casi dos años de parálisis parcial en una vía donde a diario circulan cientos de buses intermunicipales, camiones de carga pesada y vehículos particulares.
Los habitantes de Girón y Bucaramanga ya hablan de un “suplicio vial” que amenaza con agravarse en los próximos meses, especialmente en horas pico. Conductores denuncian la falta de alternativas reales y el deficiente control en la zona de obras. Aunque se instalaron señales preventivas, muchos consideran que la administración local y departamental no ha estado a la altura para mitigar el impacto del cierre.
Las autoridades piden paciencia y respeto a las normas de tránsito. Sin embargo, la realidad en la vía muestra otra cara: largas filas de vehículos atrapados, choques menores por la estrechez del contraflujo y una ciudadanía cada vez más desesperada por la falta de soluciones inmediatas.