Alcalde descarado, investigado por compra de votos, ahora lanza a su esposa al Senado con un Pacto Histórico lleno de focas aplaudidoras
Un alcalde investigado por compra de votos lanza a su esposa al Senado con aval del Pacto Histórico. Una muestra de oportunismo descarado en medio de focas aplaudidoras de Petro.
La desvergüenza política en Barrancabermeja alcanzó un nuevo nivel: Jonathan Vásquez, alcalde del puerto petrolero, investigado por los delitos de concierto para delinquir agravado, corrupción al sufragante y constreñimiento al sufragante, ahora impulsa la candidatura de su esposa, Laura Ahumada, al Senado dentro del Pacto Histórico.
El descaro es monumental. Un alcalde con un proceso judicial abierto por haber montado una maquinaria de compra de votos en 2023 ahora pretende que su proyecto político se herede en familia, con el aval de un movimiento que juró combatir esas mismas prácticas. Y lo más indignante: lo hace en medio de una consulta interna atestada de “focas aplaudidoras” de un presidente indigno como Gustavo Petro.
Una candidatura manchada desde el origen
El Comité de Ética del Pacto Histórico había rechazado en primera instancia la inscripción de Ahumada, argumentando que no cumplía con los requisitos éticos y morales. Sin embargo, en una voltereta vergonzosa, finalmente recibió aval y ya está en el tarjetón. La inconformidad en las bases del petrismo es evidente, pero la dirigencia prefirió hacerse la de la vista gorda.
Incluso voces internas como Gustavo Bolívar y Susana Muhamad denunciaron la incoherencia de inscribir a la esposa de un alcalde imputado por corrupción. El argumento es obvio: ¿cómo puede un movimiento que se autodenomina “del cambio” permitir semejante contradicción?
Oportunismo puro y duro
En Barrancabermeja no sorprende esta jugada. Lo que sí indigna es la capacidad de disfrazar de “proyecto social” lo que claramente es una maniobra de poder. Vásquez, que aún debe responder en los estrados por las pruebas de compra de votos, convierte a su esposa en candidata del Pacto Histórico, protegido por la complicidad de dirigentes como Daniel Quintero, otro imputado por corrupción.
La ironía es grotesca: mientras miles de ciudadanos de Barrancabermeja padecen desempleo, violencia y abandono estatal, la pareja Vásquez–Ahumada invierte sus energías en asegurar un escaño en el Congreso. ¿Cambio? No. Oportunismo descarado.
Un Pacto en ruinas morales
El petrismo “purasangre” está indignado, pero calla a medias porque en el fondo saben que se repite la misma historia: candidatos cuestionados, avales repartidos a conveniencia y la defensa de un proyecto político que terminó siendo la peor caricatura de aquello que prometió destruir.
Lo que queda claro es que el Pacto Histórico dejó de ser una fuerza de renovación para convertirse en un refugio de oportunistas, donde hasta los acusados por comprar votos terminan premiados con candidaturas familiares.