Alcalde Beltrán mira hacia El Salvador para “solucionar” problemas carcelarios de Bucaramanga, mientras las urgencias locales esperan

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La apuesta del alcalde Beltrán por un modelo carcelario foráneo y controvertido abre un debate: ¿es esta la solución que Bucaramanga necesita, o solo una medida populista más para ganar titulares sin resolver los problemas de fondo?

Alcalde Beltrán mira hacia El Salvador para “solucionar” problemas carcelarios de Bucaramanga, mientras las urgencias locales esperan
En lugar de enfocarse en resolver los graves problemas penitenciarios y de seguridad que aquejan a Bucaramanga, el alcalde Jaime Andrés Beltrán busca inspiración en el modelo salvadoreño, famoso por sus megacárceles, su mano dura y las denuncias por violaciones a los derechos humanos.

Bucaramanga enfrenta sobrecupo carcelario, inseguridad barrial y un sistema judicial local colapsado. Sin embargo, el alcalde Jaime Andrés Beltrán decidió poner sus ojos en un modelo extranjero tan mediático como polémico: el sistema penitenciario de El Salvador, impulsado por el presidente Nayib Bukele. El mandatario local sostuvo un encuentro con el embajador salvadoreño en Colombia, Germán Banacek Álvarez Oviedo, para explorar supuestas “soluciones” que incluyen el uso de tecnología de vigilancia masiva y grandes complejos carcelarios.

El alcalde no dudó en elogiar públicamente este enfoque: “Este modelo no solo ha sido efectivo en el control del crimen, sino también en proyectar una visión de reinserción con enfoque de justicia restaurativa”, declaró, ignorando las duras críticas internacionales que señalan la falta de garantías procesales, detenciones arbitrarias y hacinamiento.

El modelo salvadoreño se ha sostenido sobre tres pilares: control territorial, tecnología de vigilancia y reinserción laboral. Su pieza más mediática es el Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT), una megacárcel con capacidad para 40.000 personas, símbolo de una estrategia que ha reducido homicidios, pero bajo un régimen de excepción que ha recortado derechos fundamentales.

Aunque la administración local habla de “aprender mutuamente” y “adaptar soluciones según el contexto”, críticos advierten que copiar fórmulas extremas foráneas es un gesto más cercano al populismo político que a una política pública seria. Bucaramanga necesita ampliar cupos carcelarios locales, mejorar los programas de rehabilitación y atender los problemas de seguridad desde la raíz, no importar a ciegas modelos que funcionan —y fallan— en realidades muy distintas.

El alcalde insiste en que su objetivo es dotar a la ciudad de más infraestructura y tecnología, pero el verdadero reto no está en construir megacárceles, sino en garantizar justicia eficaz, prevención del delito y reinserción real. Y eso, hasta ahora, sigue sin una hoja de ruta clara en la capital santandereana.